“Los gatos no son inteligentes, no pueden aprender cosas” “Un gato es independiente, es imposible educarle” “Los gatos hacen lo que les parece, no obedecen” Estas y otras muchas frases parecidas las escuchamos todos los días a nuestro alrededor. Pero tanto la ciencia como la experiencia de muchos propietarios de gatos desmienten que esto sea así.
Los gatos son animales muy inteligentes, de han podido vivir durante siglos en pueblos y ciudades sin tener la protección del ser humano. Es relativamente reciente en la historia el hecho de tener un gato como animal de compañía, antes tan solo estaban en las casas porque cazaban ratones y mantenían el hogar y los graneros libres de roedores. En algunos casos podía establecerse cierta relación de cariño, pero lo normal es que el animal viviera a su aire. La inteligencia del gato ha sido demostrada por la ciencia en diversas pruebas y estudios publicados en las revistas científicas más prestigiosas.
Entonces, ¿por qué no obedecen?
El gato no está “programado” genéticamente para la obediencia. El perro mantiene parte de los instintos de los lobos y estos viven en mandas. Las mandas tienen un líder y el resto de los miembros deben de obedecerle para sobrevivir. Cuando un perro comienza a convivir con un hombre en una relación sana, se someterá a este y le obedecerá ya que es lo que le ordena su instinto.
El gato es un felino, un animal que vive en solitario y que no tiene líderes en su manada. La obediencia no forma parte de su “kit instintivo” y por tanto mantiene su independencia al convivir con el hombre.
¿Pero, se les puede educar?
Es posible educar a un gato si tienes mucha paciencia, auténticas ganas de hacerlo y no te rindes fácilmente. Esto no quiere decir que puedas llegar a conseguir todo lo que quieras ya que con un gato no funciona imponerse, hay que “negociar”.
El gato no responde a los castigos porque no los entiende. No forman parte de su mentalidad animal, pero los premios y las recompensas, por el contrario, funcionan muy bien con los mininos. Vamos a ver un ejemplo:
Si quieres que tu gato deje de rascar el sillón es más útil que en lugar de regañarle compres un buen rascador (o lo fabriques tú mismo), lo sitúes junto al sillón y cada vez que el gato trate de arañarlo con dulzura lo conduzcas al rascador y, sujetándole las patitas, lo invites a arañar. Cuando el gato acuda por si mismo al rascador, le ofreceremos un premio como recompensa. Poco a poco encontrará más agradable acudir al rascador que al sofá y acabará dejando en paz nuestro mueble con un poco de suerte, aunque si no hay suerte existen soluciones que veremos en futuros artículos.
Como dueña de tres gatos, creo que sí se les puede educar pero no obedecen por obedecer, eso no les trae ninguna satisfacción. Los gatos obedecen cuando les da la gana y si está en su carácter, lo que si, es que entienden perfectamente bien las cosas.
El gato que más me quiere y quiero yo (uno negro y peludo con cara de bolita), de verdad me ama, pero nunca viene hacia mí, sé que sabe su nombre, me contesta cuando le llamo con un maullido o haciéndome ojitos, o detiene su paso y se sienta, voltea las orejas hacia mi, etc. Esas son muestras de cariño, sabe que le hablo con amor y que podría hacerle cariñitos o hasta darle algo que le guste, lo he intentado, bueno, el caso es que sabe su nombre. También creo que sabe lo que es la palabra “ven”, por que siempre que lo digo, se detiene en caso de venir hacia mi o cambia su dirección y se va a otro lado. Nunca ni por error, casualidad ha venido.
Ah, pero si digo “queso” o “yogurt” (sin el “ven”) aparece junto de mi. Y no es que el no se acerque a mi, sí lo hace, y mucho, pero nunca jamás lo hace cuando lo llamo. Solo de pronto lo veo junto a mi. Creo que sabe lo que hace. Lo que aún no sé es porque lo hace. Me hace bullyng psicológico…